La adaptación y la selección natural están estrechamente relacionadas y son conceptos centrales en la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin. De acuerdo con dicha teoría:
La adaptación es el resultado de la selección natural: La adaptación se refiere a las características que permiten a un organismo sobrevivir y reproducirse en su entorno específico. Estas características beneficiosas son el resultado de la selección natural. Los individuos que poseen características adaptativas tienen una ventaja en la lucha por la supervivencia y, por lo tanto, tienen más probabilidades de transmitir esas características a su descendencia.
La selección natural promueve el cambio de las especies: La selección natural es el proceso mediante el cual ciertos individuos con características beneficiosas tienen una mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse en un entorno determinado. Esto promueve el cambio en las poblaciones a lo largo del tiempo, ya que las características beneficiosas se acumulan, dando como resultado la adaptación de la población a su entorno. A largo plazo, este proceso puede llevar a la formación de nuevas especies.
Adaptación es un proceso continuo: La adaptación no es un evento único, sino un proceso continuo. A medida que el entorno cambia con el tiempo, las características que confieren ventajas también pueden cambiar, lo que lleva a la adaptación continua de las poblaciones a nuevas condiciones.
En pocas palabras, la selección natural es el mecanismo que impulsa la adaptación y, al hacerlo, promueve el cambio en las especies a lo largo del tiempo. Juntas, estas dos ideas son esenciales para comprender cómo las especies evolucionan, se adaptan y cambian en respuesta a su entorno.